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Durante el pasado 2016 en muchas publicaciones tecnológicas, económicas, y hasta en diarios, han surgido artículos y noticias relacionadas con las TIC alabando las bondades de un innovador protocolo conocido como “blockchain” (cadena de bloques), y sus prometedoras posibilidades.

Unido al concepto “distributed ledger technologies” (tecnologías de registro distribuido), blockchain se presenta como un conjunto de tecnologías (P2P, sellado de tiempo, criptografía, etc.) que combinadas hacen posible que computadoras y otros dispositivos puedan gestionar su información compartiendo un registro distribuido, descentralizado y sincronizado entre todos ellos, en vez de utilizar las tradicionales bases de datos.

Pero no es solo eso, sino que la información se transmite y guarda de un modo extremadamente seguro, respetando la identidad y privacidad, gracias al uso de claves criptográficas. Además es un registro que no permite su alteración, es decir, no permite deshacer o reescribir lo ya registrado, que además es visible para cualquier participante de la red (si ésta es pública, como Bitcoin), añadiendo una gran transparencia

Como analogía podemos asemejar el blockchain a un libro de cuentas, donde en cada página se registran las operaciones para un cálculo que parte del resultado obtenido en la página anterior.

Es fácil observar que el intentar cambiar un solo apunte de una página, conlleva también modificar todas las páginas sucesivas.

Y que dado el gran número de copias distribuidas del mismo libro (una por cada usuario en la red), intentar alterar datos en una cadena de bloques puede ser una tarea titánica si no imposible.

Todas estas características posicionan al blockchain como la “tecnología para dar confianza más importante de la historia” según diversos expertos. Hasta tal punto que ha abierto las puertas a algo hasta hace poco impensable: prescindir de los intermediarios que eran necesarios para dar esa confianza, ya sean ordenadores de verificación y control o incluso personas y entidades (notarios, bancos centrales, etc.).

La disrupción tecnológica y hasta de cultura empresarial que este concepto del registro distribuido ha traído está empezando a cobrar una importante dimensión, y las posibles aplicaciones en diversos sectores y negocios están ya pasando del mero plano conceptual a ofrecer las primeras soluciones reales.

Las primeras en llegar han sido financieras, para redes que dan soporte a las criptomonedas o monedas digitales (como Bitcoin), permitiendo realizar de forma rápida, segura y más barata, pagos directos entre usuarios, y sin necesidad de una entidad intermediaria como es un banco. La confianza en la validez y seguridad de las transacciones la proporciona la tecnología blockchain, y su naturaleza de registro compartido, consensuado, transparente e inviolable.

Hasta los bancos buscan adoptar internamente el blockchain, por ejemplo para tener un registro interbancario compartido y gestionado de forma común, que evite la duplicidad y complejos sistemas de intercambio de información. El financiero, con numerosos bancos colaborandoen explorar diversos usos de blockchain para reducir sus costes operativos, ha sido de los primeros sectores en adoptar esta innovación.

Casi cualquier sector puede encontrar ventajas si aplica adecuadamente el blockchain, ya sea el de los seguros, el de la salud, el del transporte y la logística, o la industria en general y muchos otros más, pues les puede ayudar a mejorar sus procesos de negocio, y también a descubrir y explotar nuevos modelos.

Como decimos, el concepto de un registro consensuado, compartido e inmutable, que elimina la necesidad de intermediarios de confianza entre las partes, tiene múltiples aplicaciones. Una de ellas permite asegurar la procedencia de ciertos productos (alimentos, medicamentos, joyas u objetos de valor, etc.), y el seguimiento de sus movimientos y/o transformaciones a lo largo de una cadena de suministro, sin que nadie pueda manipular la información registrada. Para ello, en la cadena de bloques se conserva una representación digital del producto vinculada a un registro de todas las operaciones que le van afectando. El carácter distribuido e inviolable de blockchain impide que se pueda falsear la información ya registrada.

Pero si una organización o colectivo quiere valorar cómo le podría ayudar el blockchain, debe primero entender qué es y, sin entrar en demasiados tecnicismos, conocer cómo funciona realmente. En este artículo solo presentamos el blockchain; más adelante profundizaremos en varios conceptos y aplicaciones  diversas.

Desde el inicio de 2016 en CTIC estamos desarrollando el proyecto BCCB, un campo de experimentación para las tecnologías de blockchain, por lo que si está interesado en conocer más detalles sobre las posibles aplicaciones de esta importante innovación, y cómo enfocarlas, puede contactar con nosotros.

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